viernes, 9 de julio de 2010

La Nota de la abuela

La nota de una abuela
Marcia Barnees quería saber que era lo que su abuela hacía en la piecita que se encontraba al fondo del patio trasero de su vieja casa. Su abuelita Rosa ya descansaba en paz hacía ya una semana, y Marcia era la única niña que la había visto entrar en esa piecita mugrienta y reseca. Ella sólo tenía cinco años, casi seis, era muy curiosa e interesada por todas las cosas que ocurrían a su alrededor, pero nunca se metía en las conversaciones de los demás, sean grandes o chicos, como le había enseñado su amada abuelita. No solo eso le había enseñado: Un día antes de su muerte le enseñó a leer y también le había obsequiado una carpetita con solamente tres hojas rayadas y escritas a mano tenía cien máximas; Marcia las leía una cada noche. A medida que el tiempo pasaba, la niña recorría con los ojos las amarillentas hojas escritas a mano, y en los últimos renglones había una nota escrita por su abuela, imposible no distinguir la letra tan precoz y clara:
Adorada Marcia: Ésta carpetita era de mi abuelita, me la había regalado un día antes de su muerte, como lo hice yo hace algunos días atrás contigo. Yo se que tu siempre has querido saber lo que había en la piecita del patio de atrás, fuiste la única personita que se atrevió a acercarse. Todo era de mi abuelita, todo, absolutamente… Por eso te quiero dar una sorpresa. Tienes que buscar debajo de la almohada de mi cama, vas a encontrar una llave, y cuando de noche la luna esté llena, tienes que ir a la piecita, tu solita. Vas encontrar una foto mía pegada en la puerta y, en la mesa, vas a encontrar muchos frasquitos con esencias; Tienes que buscar la que dice FLORES SILVESTRES. También vas a encontrar un cuenco, un frasco con sal gruesa, una bolsita con un polvo rojo y una botellita con agua de color azul. Entonces: Busca el cuenco y llénalo con el agua azul. Luego tírale sal y el polvo rojo y mézclalo. Cuando empiecen a salir burbujas mete también mi foto y échale la esencia. Luego, hazte un tajito en el dedo y deja caer una gotita de sangre en el líquido, y entonces ocurrirá la magia.
Un beso. Abuelita.

Marcia, no pudo dormir en toda la noche, daba vueltas y vueltas en su cama sin cansarse. Entonces vio, por fin, un rayito de luz blanca que se colaba por la cortina. Seguramente ya había amanecido.
Su madre entró en la pieza con una bandeja llena de facturitas y bizcochos, con una rosa rosada y un paquete con un moño.
_Que los cumplas feliz_ decía su madre con voz cantarina_ que los cumplas feliz, que los cumplas Marcia, que los cumplas feliz.
Marcia abrazó a su mamá del cuello y le dio un beso en el cachete.
_Gracias mamita_ le dijo con dulzura mientras agarraba el paquete y tiraba de su moño. Abrió la caja y encontró a una muñeca vestida de azul_. ¡Uauu! Es hermosísima.
_¿Te gusta?
_ Me encanta. Se llamará… Rosita. Como abuelita.
Su madre largó una dulce carcajada mientras le besaba la frente.
_Hija, hay algo que tenemos que decirte, y lamento mucho que sea el día de tu cumpleaños.
_¿Qué, mami?¿Qué pasa?
_ Como puedes ver, esta casita no es nuestra, la estamos alquilando y pagamos un precio muy caro por ella. Además papá ha perdido su empleo, y mi sueldo no es suficiente.
_ ¿Vamos a vivir en la calle?
_No niña. Trataré de explicarte lo mejor que pueda. Gracias a Dios, abuelita Rosa dejó un regalito para nosotros. Nos heredó su casa. Quiere decir que vamos a vivir ahí siempre.
A Marcia se le formó una sonrisa de oreja a oreja.

La casa de abuelita Rosa era muy linda y amplia. Marcia eligió dormir en la pieza que daba la ventana al patio, o sea, la de su abuela. Y entonces sucedió. La luna se llenó de luz y belleza.
Era muy de noche. Todos estaban durmiendo en la casa nueva. Marcia agarró su muñeca, la carpetita con las cien máximas y la llave que había rescatado de la cama de su abuela. Saltó por la ventana y salió caminando muy lentamente hacia el patio que solo ella conocía. Era un patio muy negro y feo. Las plantas estaban secas y todas sus flores marchitas. Se sentían chillidos de pájaros muy desafinados y había ratas paseando por el lugar. Sin embargo, Marcia llegó a la piecita mugrienta y reseca sin miedo.
Puso la llave en la cerradura y le dio dos vueltas. Al abrirse, la puerta dio un chillido agudo y fino. Marcia entró y cerró la puerta. Luego busco la foto de su abuelita. Entonces abrió la carpeta y leyó la guía que le había dejado la anciana. Agarró el cuenco y lo llenó con el agua azul de una botella. Luego buscó una bolsita con granos rojos y lo tiró dentro del cuenco. Lo mismo hizo con la sal gruesa. Más tarde buscó, entre millones de frasquitos, el que tenía una etiqueta que decía “Flores silvestres”. Lo destapó con fuerza y lo tiró en el líquido burbujeante. Finalmente introdujo la foto de abuelita Rosa y, con un trozo de piedra filosa, cortó piel de su dedo y dejó caer una gota de su brillosa sangre en la pócima.
Una nube de muchos colores se formó en el aire. Se esparció por toda la piecita y, al acabar de moverse, formó la silueta de una mujer a quien ella conocía.
_ Hola, Marcia_ Dijo la mujer_. Me da mucho gusto volver a verte.
_ Abuelita_ dijo Marcia tartamudeando_. Volviste.
_ Ven conmigo, toma mi mano._ le dijo mientras tendía su mano para que su nieta la agarre. Y cuando Marcia la tocó, su cuerpo perdió la fuerza y calló al suelo. Mientras, de su cadáver, una nube de muchos colores refulgía e iba tomando forma de su cuerpo. Entonces, junto a abuelita, su espíritu viajó hacia otro mundo.
Al día siguiente, la señora Barnees conversaba muy triste con un policía, mientras su esposo la abrazaba.
_Marcia era rubia, petisita, de ojos color miel. Desapareció el día de su cumpleaños, a la noche. La buscamos por toda la casa, pero… no estaba en ninguna parte…
Un policía entró en la sala donde los padres de Marcia y el oficial conversaban.
_ Oficial, encontramos el cadáver de la niña. Estaba en un patio trasero, en una pieza muy vieja y sucia. Seguramente se ha desangrado, tenía un tajo muy profundo en su dedo. No pudimos rescatarla. Pero tenía esta muñeca_ Le entregó a la señora Barnees la muñeca que le había obsequiado a su hija, entonces abrazó a su marido con fuerza, mientras lanzaba llantos ahogados por el duelo.

Anotación principal

Hola, prefiero presentarme como Glumus... no se porqué elegí ese nombre. Capaz porque me sonaba a frescura...
Bueno, este blog... lo creé para publicar los cuentos que escribo... cuentos, poesías... quiero guardarlas en un blog y que alguien me diga que les parecen... también conocer gente, porque no... podemos ser amigos por blog...
Estoy buscando algo... y necesito saber que es ese algo que busco...
Ayy Dios que de puntos suspensivos...
Bueno... Entonces algo ya sabrán. Soy alguien que se presenta como Glumus... Vos?